Con frecuencia se habla de iluminación para describir una experiencia Espiritual culmen de máximo conocimiento, serena comprensión y perfecta paz interior. Pero “iluminarse” puede ser un término confuso o parecer un proceso complicado que solo está al alcance de los grandes maestros espirituales de oriente. Nuestra visión sobre este tema que exhala tanto misticismo es algo mucho más sencillo y terrenal. Nosotros preferimos llamarlo DESPERTAR. Iluminarse no es nada más que despertar a nuestra verdadera condición, a lo que en realidad ya somos y, entonces, empezar a serlo. Es algo tan simple como eso, despertar o, incluso mejor dicho, darse cuenta; ser conscientes de que ya estamos en el nirvana, de que ya estamos «iluminados» y viviendo el «reino de los cielos».
Como bien dijo el psicólogo suizo Carl Jung “Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad o inconsciencia”
El Despertar Espiritual es darse cuenta de que no somos solo seres físicos que pueden tener una experiencia espiritual, sino seres espirituales que experimentan una realidad física o dimensión material. Desde el sentir espiritual sabemos que en esencia todo es energía en un incesante y dinámico baile de vibraciones y frecuencias donde se crean las formas.
Viviendo desde el espíritu somos conscientes de que todos procedemos y de que todo lo que existe se genera desde una gran Conciencia cósmica o poder superior que, en su creatividad infinita, organiza e instaura esta especie de sueño colectivo que llamamos vida, con el digno propósito de experimentarse a sí mismo a través de infinitas expresiones o conciencias individuales.
Y por supuesto, este darse cuenta o despertar espiritual lo tenemos dentro de nosotros mismos todo el tiempo. Es la paradoja del buscador, buscamos lo que ya somos y siempre hemos sido. Pero no basta con saberlo es necesario experimentarlo y sentirlo a cada instante. No hay que viajar a lejanos y remotos lugares, no hay que llevar una vida ascética y de privación, no hay que sacrificar nada ni tener que sufrir para alcanzar el nirvana que nos llene de felicidad y nos sumerja en la Paz del bienestar. Solo se trata de empezar a expandir nuestra conciencia a través de este conocimiento, a vivir desde lo más profundo y sincero de nuestro corazón, desde el amor más puro e incondicional, desde ese lugar donde todos somos lo mismo, desde ese núcleo divino donde todos somos una gran familia, desde esa visión perfecta de saber que todos somos Uno.